sábado, 20 abril 2024
ActualidadCultura y Sociedad

«No tener claro el papel clave de la agricultura como pilar de nuestra sociedad es ser un idiota»

Artículo de opinión del profesor y doctor ingeniero agrónomo, David López Lluch

OPINIÓN. Sí por “política” se entiende “las acciones que tienen como objetivo a una comunidad o colectivo de personas”, se puede afirmar que la Agricultura es la Madre de la Política (del mismo modo que es la Madre de la Historia). Es, en consecuencia, la Madre de la Civilización.

Las primeras acciones colectivas registradas las tenemos, obviamente, al comienzo de la historia y la civilización, en Mesopotamia. Según Yuval Harai en “Sapiens, de animales a dioses”, gran parte del éxito de Homo sapiens (la especie de humano que sobrevivió) se debe a su capacidad de cooperar a gran escala, es decir, a su naturaleza política. En la misma obra se indica que el primer nombre del que hay constancia escrita en la historia, 33 siglos AC, no corresponde ni a un rey, ni a un profeta, ni a un poeta, ni a un guerrero, sino a un contable, Kuixim, que firma una pieza de cerámica que refleja una transacción comercial con cebada. Fue encontrada en Uruk, antigua ciudad de Mesopotamia situada a orillas del rio Éufrates, y textualmente dice ”29.086 medidas de cebada 37 meses. Kuixim”. Este nombre se ha encontrado en 18 piezas en los restos de Uruk. Es especialmente importante porque, según dice Harari, el dinero apareció por primera vez en la historia en forma de cebada, la cebada sumeria, unos 3000 años AC en el mismo lugar, al mismo tiempo y en las mismas circunstancias en que apareció la escritura. Por tanto, esta transacción puede no sólo representar una simple transacción con un cereal (cebada) sino en el fondo al ser ésta la forma del dinero o moneda en aquel momento (como lo fue después el oro, la plata etc.) se estaba registrando una cantidad de dinero. La Agricultura como actividad humana y el comercio (también como actividad humana) siempre han ido cogidos de la mano. No se entiende la civilización sin la agricultura como actividad comercial.

Es decir, la Agricultura (como acción, garantizar el alimento, que tiene como objetivo a un colectivo de personas) marca el inicio de la Historia ya que los primeros documentos escritos son cuentas e inventarios agrícolas del tipo “tantas medidas de cebada, tantos jornales en limpiar canales, etc.” como es el caso antes citado.

Otro ejemplo de la importancia de la Agricultura como actividad humana colectiva se tiene en Roma con el culto a Ceres. Así, la religión romana usa el mito de Proserpina (la Perséfone griega) para explicar las estaciones del año (aunque otros dicen que también del amor verdadero, aunque ésa es otra historia) en base al estado de ánimo de su madre, Ceres (diosa de la agricultura), permitiendo o no que la naturaleza, y las cosechas, florecieran.  También es interesante recordar a las doce deidades auxiliares de Ceres: Vervactor, el que deja la tierra en barbecho; Reparator, quien prepara la tierra; Imporcitor, el que traza los surcos; Insitor, el que siembra (insiere) en el surco; Obarator, el que ara el sembrado; Occator, el que la escarífica; Sarritor, el que la escarda; Subruncinator, el que la clarea; Messor, el que cosecha; Conuector, el que transporta lo cosechado; Conditor, el que la almacena y Promitor, el encargado de distribuir la cosecha.

Y es muy importante tener presente que (según Barbette Spaeth en su “The Roman Goddess Ceres”) la inscripción más antigua que existe de una divinidad romana es justamente de Ceres en una urna esférica datada alrededor del 600 AC. “Ojalá que Ceres dé grano” reza esa inscripción.

«Los grandes cambios en la historia siempre suelen venir precedidos y acompañados por problemas agrícolas»

Ceres formaba, junto a Liber (dios romano del vino y la libertad) y Libera (Proserpina) la Tríada Aventina (o Tríada plebeya o Tríada agrícola) cuyo culto está documentado desde al menos el 493 AC y que se ha descrito como una antítesis plebeya paralela y consciente de la Tríada Arcaica (más tarde Capitolina) de Júpiter, Marte y Quirino, y como foco de identidad plebeya frente a los patricios. De hecho, el final del Imperio Romano de Occidente se debió a la ruina de su agricultura. Los grandes cambios en la Historia siempre suelen venir precedidos y acompañados por problemas agrícolas. La falta de alimento siempre golpea más duramente a los más pobres (como bien modelizó Engel en el siglo XIX).

En ese sentido Ludwig Feuerbach, en “Enseñanza de la alimentación” (1850) decía que “si se quiere mejorar al pueblo, en vez de discursos contra los pecados denle mejores alimentos. El hombre es lo que come”. Es obvio que, en consecuencia, como sociedad, somos, no sólo que comemos, sino qué cocinamos, y sobre todo, qué alimentos producimos y cómo los producimos.

Es decir, seguimos siendo sociedades agrícolas. Así, es necesario recordar que quien domina la producción de alimentos domina el mundo y que toda estructura industrial se ha levantado sobre la agricultura. Olvidarlo suele tener consecuencias nefastas, sobre todo para el pueblo llano como tenían muy presente los plebeyos romanos.

Sirva este pequeño repaso para situar la Agricultura en su contexto actual a partir de su origen como actividad política y, por lo tanto, humana.

Ya en nuestra época, la primera política europea fue la política agraria. Fue el principal instrumento a través del cual se hizo realidad el proyecto político de una integración económica europea tras la II Guerra Mundial. Sigue siendo la más importante. Como diría Lord John Boyd Orr, Premio Nobel de la Paz en 1949 por sus estudios en el campo de la nutrición y primer director de la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO): «No se puede construir la paz sobre estómagos vacíos».

La situación actual de la agricultura en la comarca de la Vega Baja del Segura

Hoy, la Agricultura sigue teniendo la misma función de siempre: asegurar la disponibilidad de alimentos asequibles y seguros a la población. A esto se le llama SEGURIDAD ALIMENTARIA y constituye, junto a la sanidad, la educación y las pensiones, los cuatro pilares de un estado desarrollado. Así, igual de peligroso es el modelo de agricultura cuyo objetivo es exportar la producción basado en la externalización de costes ambientales y laborales como el modelo que niega el comercio y la importancia de la ciencia y la tecnología como motores en el avance de la agricultura moderna. Ambas posturas niegan el papel político de la agricultura en su faceta de “acción que tiene como objetivo a una comunidad o colectivo de personas”. Esta dicotomía es paradigmática de la comarca de la Vega Baja del Segura.

El mayor desafío que tiene la Agricultura hoy es enfrentar esa función de SEGURIDAD ALIMENTARIA a una población creciente frente a unos recursos limitados y la responsabilidad de hacer un uso eficiente y sostenible de estos recursos. El uso sostenible de recursos como el agua es sin duda ejemplo de ese desafío en nuestro territorio.

Por lo tanto, los poderes públicos deben tomar decisiones al respecto (del mismo modo que lo hacen con educación, sanidad y pensiones) para que la ciudadanía tenga garantizado el abastecimiento de alimentos saludables a precios asequibles; los productores deben ser conscientes de su papel clave como garantes de la SEGURIDAD ALIMENTARIA dentro de un paradigma de sostenibilidad y, sobre todo, la ciudadanía debe ser agente activo del modelo de agricultura (y por lo tanto de sociedad) que financia con su compra diaria de alimentos. Establecer las condiciones para la supervivencia de esta actividad en nuestra comarca, producir alimentos seguros, de calidad y sostenibles para alimentar a la población y comprar alimentos de proximidad y de temporada son los tres vértices en los que debe basarse la agricultura en nuestro entorno inmediato sin perder de vista que también debe ser un motor de desarrollo económico sostenible.

No tener claro el papel clave de la agricultura como pilar de nuestra sociedad es ser un IDIOTA en el sentido que le daban los griegos clásicos (aquellos ciudadanos, los egoístas, los que no se preocupaban por los demás).  En el otro extremo estaban los POLITES (los ciudadanos que participan de forma activa en los asuntos que afectan al conjunto de la sociedad).  Seamos pues POLITES en lo que respecta a la Agricultura. Nos va la vida en ello ya que nos comemos esos alimentos y, sobre todo, se los damos a nuestros hijos.

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