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Artículo de Carmen González Hernández, Jefa de Centros de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Orihuela, por el Día Mundial de Toma de Conciencia del Abuso y Maltrato en la Vejez este 15 de junio
La mayoría de nosotros asociamos la palabra maltratador al individuo que ejerce violencia contra la mujer o contra un menor.
Es posible que también pensemos en violencia contra una persona con discapacidad o contra una persona homosexual, pero reconozcamos que pocas veces hemos considerado que un maltratador es también aquel que ejerce el abuso o la violencia contra una persona mayor.
Y eso es porque el 99 % de los actos violentos que se difunden en los medios son sobre violencia machista, sobre menores o sobre colectivos por su identidad sexual. Es posible que, por lo inusual, recordemos las imágenes de una anciana maltratada en una residencia.
Sin embargo, la persona anciana que es tan o más vulnerable que los menores, no es motivo de interés. Y seguramente no es de interés por la invisibilidad que rodea a la vejez. Esa invisibilidad acentúa su vulnerabilidad.
Solo se denuncia uno de cada 24 casos de maltrato a personas mayores
Según la OMS, el maltrato a personas mayores es un problema importante de salud pública. En 2017 el 15,7% de las personas de 60 años o más fueron objeto de alguna forma de maltrato. Probablemente este porcentaje representa una subestimación, ya que solo se denuncia uno de cada 24 casos de maltrato a personas mayores.
Según la Red internacional para la prevención del maltrato a las personas mayores, el 75% de los casos de maltrato se produce en el entorno familiar y el 25% en instituciones.
Apenas existen estudios en España relativos a esta lacra social, a pesar de que los mayores representan uno de los sectores más importantes de la población que cada vez será más numeroso.
Son muy pocas las denuncias sobre maltrato a los mayores y estas solo se producen en casos de violencia extrema. La victima anciana es una persona aislada, que depende de su cuidador, con el que en la mayoría de los casos le une un vínculo familiar y afectivo y que desconoce o no puede utilizar los pocos recursos legales para denunciarlo.
No existe un protocolo de actuación específica que coordine los cuerpos de seguridad y los recursos sociales y comunitarios, como si lo hay para otros colectivos vulnerables.
Muchos de nuestros mayores son cuidados por empleadas de hogar sin ninguna cualificación. Personas que no han sido evaluadas adecuadamente a las cuales confiamos a nuestros padres o familiares durante la mayor parte del día.
Cuando se trata el fenómeno de la atención a las personas mayores, es habitual poner el énfasis en el “cuidado del cuidador”. Sin duda es un aspecto a tener en cuenta en el abordaje de la atención a las personas mayores. Pero ¿no es tan o más importante valorar la calidad de los cuidados que recibe el anciano?
¿Qué clase de sociedad es esta que no presta la suficiente a aquellos que nos han dado su vida, que han padecido crisis económicas y sociales muchos peores que las nuestras y que, cuando más nos necesitan, abandonamos?
El maltrato a cualquier persona vulnerable es una vileza y, particularmente en el caso de los mayores, ya es hora de que las administraciones, los medios de comunicación y toda la sociedad se impliquen en dar visibilidad a este grave problema y comiencen a abordar soluciones.
¿Será que es un mal tan invisible porque no queremos asumir los cambios que en nuestro modo de vida implicaría su erradicación?
El maltrato a las personas mayores es una lacra social en la que nos encontramos con más preguntas que respuestas.
Carmen González Hernández
Jefa de Centros de Servicios Sociales del Ayuntamiento de Orihuela