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Artículo de opinión de Edelmira Ferri (Vega Baja), asistente del proyecto para el Equipo de Future of learning and innovation en la UNESCO
OPINIÓN. Hagan la prueba. Pregunten a su alrededor a cualquiera que pase qué es lo primero que le viene a la mente al decir la palabra “UNESCO”.
Les aseguro que en un elevado porcentaje les nombrarán un monumento, una ciudad, un conjunto histórico… La UNESCO y su función resultan ser unas grandes desconocidas a día de hoy, pero ¿qué es lo que realmente hace la UNESCO o lo que es lo mismo, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura?
Cuando digo que trabajo ahí, la primera reacción que observo quizás siempre sea positiva (llamémosle desconocimiento positivo pues). Pero para entender porqué y la relevancia de esta institución hemos de remontarnos a noviembre de 1945, en un contexto histórico que incluía el reciente fin de la Segunda Guerra Mundial tras la rendición en septiembre de Japón, y un orden mundial en general magullado y trastocado tras largos periodos de invasiones, extrañas alianzas, sangrientas luchas e inolvidables traiciones.
«Ninguno de los que leeréis estas líneas hoy os habréis despertado por el ruido de bombardeos ni os iréis a dormir sin haber podido salir de casa porque el hecho mismo de pisar la calle suponga un riesgo para vuestra vida»
Por tanto, la UNESCO fue por entonces el fruto de los esfuerzos de inicialmente 20 países para instaurar y promover la paz y la seguridad en el mundo a través de cuatro grandes sectores: el de la educación, la ciencia, la cultura y las comunicaciones. Obsérvese pues, que la UNESCO no es simple y llanamente equivalente a la protección del patrimonio, tal y como podíamos imaginar.
En la actualidad, podría decirse que las prioridades de la UNESCO han cambiado, o que el orden de las mismas se ha ido adaptando a las necesidades del mundo actual, tal y como lo conocemos nosotros. A pesar de que la paz, la seguridad, la tolerancia o la libertad son sustantivos con un significado que nunca debemos dar por hecho y por los que jamás deberíamos dejar de luchar, bien es cierto que afortunadamente ninguno de los que leeréis estas líneas hoy os habréis despertado por el ruido de bombardeos ni os iréis a dormir sin haber podido salir de casa porque el hecho mismo de pisar la calle suponga un riesgo para vuestra vida.
A día de hoy, la UNESCO se encarga principalmente de facilitar la protección de dichos valores mientras dirige sus esfuerzos a la erradicación de la pobreza, a la promoción de un desarrollo sostenible y al establecimiento de un diálogo intercultural que asegure un entendimiento entre las distintas culturas que conforman hoy nuestra realidad.
A partir de ahora, cuando usted vea el título de “Patrimonio de la Humanidad” con el logotipo de la UNESCO, piense que no solo está viendo un espacio natural, una edificación, una ciudad o un paisaje dignos de protección, sino también una pequeña parte del resultado de muchos años de esfuerzo, de negociaciones y de lucha por la protección de lo que debe ser considerado y conocido por todos.
El objetivo de que Orihuela sea considerada como ciudad literaria, por ejemplo, no solo supone su propio reconocimiento internacional, sino también la promoción de la cultura desde nuestros mayores hasta los más pequeños; supone que usted ya se cuestione cuál será su importancia, o lo que es lo mismo, implica un acto de reflexión que le incite a pensar. Decía Antonin Artaud, poeta y dramaturgo francés, que “la vida consiste en arder en preguntas”.
Así que ya saben, nunca dejen de preguntar, de querer saber y, sobre todo, nunca dejen de aprender.
Edelmira Ferri Hernández