El Ayuntamiento de Orihuela lleva sin presupuestos actualizados desde 2018, y mucho más sin tener unos buenos presupuestos. Es evidente que, por desgracia y para decepción de mucha gente, el cambio en la alcaldía no ha servido para revertir esta situación.
En ese sentido, es preciso entender que los presupuestos nunca son un documento meramente técnico destinado a “agilizar” la administración. Aunque algo de esto haya, lo cierto es que las cuentas de una institución siempre tienen una enorme carga política e ideológica. Hay un acudido bastante típico en la política institucional que viene a decir que «el amor se demuestra en los presupuestos». En realidad, no. El amor quizá se se declara en los presupuestos, pero se hace en su ejecución. Es decir, en la forma de llevarlos a la práctica. Es en la gestión presupuestaria donde un gobierno demuestra qué políticas quiere llevar a cabo y al servicio de quién desea gobernar. De hecho, entre 2015 y 2018, una de las trampas de PP y C’s fue aprobar partidas presupuestarias aparentemente positivas pero que, después, jamás eran llevadas a término (véase el caso del Palacio de Rubalcava o las nulas políticas para facilitar la rehabilitación de vivienda).
Por eso, lo que necesita Orihuela no son unos presupuestos cualesquiera, sino unos buenos presupuestos y, sobre todo, un gobierno fiable que los ejecute y gestione adecuadamente. A este respecto, PP y C’s dejaron pasar 4 años sin aprobar presupuestos porque, en el fondo, poco les importaba: primaba su guerra por cuotas de poder local y su política de convertir el Ayuntamiento en el patio de recreo de ciertos promotores inmobiliarios, empresas afines al gobierno y redes clientelares de todo tipo.
El cambio en la alcaldía de Orihuela, con todos sus límites, riesgos e imperfecciones (básicamente debido al papel de C’s en la ecuación) tenía como principal objetivo intentar revertir esta situación. Algo en lo que ha fracasado el actual gobierno dado que, tras más de 10 meses, no es que no haya aprobado presupuestos, es que ni siquiera los ha elaborado y sometido a debate. Ciertamente, una parte de esa demora (aunque ni mucho menos toda) es imputable a PP y C’s, que no hicieron nada para avanzar en propuestas presupuestarias.
En cualquier caso, se ha perdido una clara oportunidad para activar políticas de vivienda, protección del territorio y patrimonio, mejora de servicios públicos (como la limpieza viaria) y aumento de infraestructuras (como la pendiente pista de atletismo). Políticas que sirvieran como acicate para que cada vez más vecinas y vecinos comenzaran a desear más cambio, progreso y avances ante el ciclo electoral próximo. Para romper esa quiebra en nuestra autoestima colectiva según la cual nuestro municipio está condenado al estancamiento.
Asimismo, se ha perdido la oportunidad de liberar al Ayuntamiento de las presiones e intereses de C’s, contra los que el PSOE de Gracia no ha querido confrontar. Porque un Ayuntamiento con presupuestos decentes y actualizados, podría haber resistido mejor una eventual minoría y, desde luego, haberse apoyado en Cambiemos para desplegar políticas progresistas. Quizá esa sea la explicación de que hayamos llegado a este punto sin ninguna propuesta de presupuestos . Así que no sería descabellado aventurar que, entre las muchísimas cuestiones que C’s ha impuesto e impone (absurdamente) al PSOE, una de ellas sea el haber demorado hasta el extremo la aprobación de cuentas. Porque, de iniciarse el proceso de aprobación de presupuestos ahora, estos no entrarían en vigor hasta, como pronto, mediados de abril y, por tanto, no servirían para la gente de Orihuela sino para el discurso electoral del Gobierno.
Orihuela ha perdido una oportunidad pero, quizá, ganado enteros para aprender una lección: hace falta una mayoría progresista sólida y, sobre todo, que quien lidere esa mayoría no tenga miedo a enfrentarse a quienes quieren reducir el Ayuntamiento a una sede para sus redes clientelares e intereses privados.