Hablar de patrimonio es hablar del arte y de la cultura de nuestros antepasados y sólo mediante su restauración y conservación podemos disfrutar de obras como «La cena de Emaús», una obra que parte de los fondos de la Fundación Patronato Histórico – Artístico de la ciudad de Orihuela que ha sido restaurada recientemente por la oriolana Eli Martínez gracias a la aportación financiera de Caja Rural Central.
La restauradora destaca la singularidad del cuadro, pintado sobre lámina de cobre, una técnica poco común en la historia del arte. La restauración, con una duración aproximada de tres meses, ha implicado un proceso meticuloso, adaptado a las necesidades del material inorgánico, que enfrenta desafíos distintos a los del lienzo tradicional como, por ejemplo, “la descohesión muy profunda en los estratos pictóricos respecto a la lámina metálica. Obviamente, la pintura no agarra igual en un lienzo que en una lámina metálica que generalmente estaban muy pulidas”.
Entre los criterios de una restauración profesional destaca la mínima intervención, el máximo respeto por la obra original y, por supuesto, la diferenciación. Gracias a estos criterios, el cuadro, depositado anteriormente en el Museo de Arte Sacro de Orihuela, ha revelado secretos ocultos durante la restauración.
Por una parte, se ha descubierto una inscripción en el reverso, que probablemente se trate del propietario original. Y, por otra parte, “gracias a la limpieza que se ha realizado retirando varias capas de barniz que estaba muy mal aplicado con anterioridad, se ha podido encontrar la firma del autor. Un añadido al ser una copia de un lienzo original de Rubens que se encuentra actualmente en el Museo del Prado y que, en principio se le atribuiría a Guillermo Forchón”, detalla Martínez.
La lámina de cobre se creó a través de un tórculo
Asimismo, debido a la manufactura de la obra y a cómo está hecha esa lámina metálica, también se ha podido situar en el tiempo. La restauradora detalla que “la obra de ‘La cena de Emaús’ es posible que date de principios de siglo XVIII o final del XVII, porque se trata de una lámina que se ha creado a través de un tórculo. Esta técnica se trataba de situar la pieza de cobre entre los dos rodillos que se iban apretando para hacerla más fina provocando unas marcas características en el soporte de la obra”.
El respaldo financiero de Caja Rural Central ha sido fundamental para llevar a cabo esta laboriosa restauración ya que tal como expresa la entidad, “recuperar y conservar nuestro patrimonio es también parte de nuestra misión como banca útil”. Asimismo, Martínez explica que “gracias a su aportación se hizo todo el diagnóstico de la obra y se presentó un estudio del estado de conservación y una propuesta de intervención de la obra”.
En última instancia, la restauración de «La Cena de Emaús» no solo devuelve la obra a su esplendor original, sino que también resalta la importancia de seguir invirtiendo en la preservación de nuestro valioso patrimonio artístico.
